
El mundo del arte puede parecer elitista, y no es de extrañar, ya que hoy en día se pagan cifras desorbitadas en un mercado muy exclusivo. Sin embargo, el arte en sí mismo no lo es, puedo asegurarlo. Actualmente, los artistas están mucho más cerca de la gente, y muchos de los más reconocidos han abrazado el arte urbano.
Además, han surgido nuevas formas de exhibir arte que lo hacen más accesible para todos. Basta con fijarse en la actividad de los museos en redes sociales, donde la conexión con las obras es casi palpable.
Para quienes amamos el proceso creativo, esa magia que nos permite volar, viajar sin movernos y explorar mundos infinitos en un instante, el verdadero desafío no es plasmar nuestras emociones en una obra. El reto está en transmitir ese proceso creativo a los ojos de los demás. Por ello, es crucial fomentar la cercanía con el espectador. Aunque las redes sociales hacen mucho por conectar, no podemos perder el valor de lo tangible: la experiencia de estar frente a una obra física sigue siendo insustituible.
Basándonos en esta idea, surgió una iniciativa clara: crear una red, un museo abierto, físico y accesible, integrado en los espacios cotidianos de nuestra vida. Ir a comprar pan, disfrutar de un helado, tomar café en el bar del barrio o probar ropa en un pequeño comercio son actividades habituales de nuestro día a día. Por eso era importante que el arte estuviera presente ahí, ocupando esos momentos y espacios. Esta idea buscaba destacar el carácter social del arte y su necesidad de ser comprendido.
Detrás de cada obra hay una historia y un creador, alguien influenciado por su contexto, su tiempo y sus experiencias. Muchas obras reflejan la manera en que un artista percibe su entorno, resultando en piezas que pueden ser profundamente personales y cercanas, tanto para él como para quienes lo rodean.
Con esta visión, y partiendo de cero, comenzamos a pintar nuestro entorno: lo cotidiano, nuestras fiestas populares, los rincones únicos de Osuna, su riqueza urbana y monumental. Entre tanta belleza, las obras nacían de forma natural. La respuesta positiva de comerciantes, colectivos y vecinos permitió que estas creaciones comenzaran a ocupar un lugar en espacios cotidianos, cercanos y familiares.
Hoy, la red de lugares donde se pueden contemplar estas obras es extensa y sigue creciendo día a día. Entre estos espacios, algunos de los más destacados son:
Confitería Torres, Panadería Moya, Tejidos Moscoso Mora, Frutería Nazaret, Cafetería Antonio y Mari, Taberna San Arcadio, Peña Bética de Osuna, Taberna Raspao, Helados Los Valencianos, Casino de Osuna, Cafetería Tetuán, Taberna La Parroquia, Juguetería Benjamín, Arte Mara, Bar San Agustín, La Traviata, entre otros.
Poco a poco, hemos abierto una ventana al arte en estos lugares tan cotidianos, y eso es motivo de celebración. Es una muestra de que, incluso en lo más sencillo de nuestro día a día, podemos y debemos encontrar la belleza.